La falta de circuitos alternativos para comercializar productos lácteos
provoca brechas enormes entre los valores mayoristas y finales de los
quesos de pasta dura.
La falta de circuitos alternativos para comercializar productos
lácteos provoca brechas enormes entre los valores mayoristas y finales
de los quesos de pasta dura.
Ejemplo uno: el queso Reggianito fraccionado La Serenísima
(Mastellone Hnos) se está exportando a Paraguay a un valor declarado de
9,04 u$s/kg (52,2 $/kg al tipo de cambio oficial). Ese mismo queso en
cadenas de supermercados de la ciudad de Buenos Aires se comercializa a
un valor minorista de 130 a 133 $/kg.
Ejemplo dos: el queso Sardo fraccionado La Serenísima se está
colocando también en Paraguay a un valor declarado de 8,77 u$s/kg (50,6
$/kg). En cadenas de supermercados porteñas se vende en góndola entre
115 a 123 $/kg.
Parte de la diferencia entre el valor a salida de fábrica y el precio
final corresponde al costo del flete y del IVA (21%). Pero el grueso de
la brecha entre ambos valores se explica por el margen aplicado por las
cadenas de supermercados.
Producir quesos –especialmente en lo que hace a semiduros y duros–
requiere inmovilizar capital (leche) durante varios meses (riesgo que
aumenta en períodos de estanflación). Vender una partida en una góndola
puede demorar, en cambio, algunas semanas. Y si hay algo que no llega a
venderse en el plazo establecido (es decir: cuando el producto alcanza
su fecha de vencimiento), las pérdidas las debe asumir la empresa
láctea.
Las cadenas de supermercados reciben la mercadería de sus proveedores
(no asumen los costos de flete directo) y aplican una serie de
descuentos sobre el precio mayorista del producto para cubrir el costo
del bien adquirido. Dicho costo se integra de dos grandes rubros:
espacio y tiempo que ocupará el producto en la góndola (algo así como el
valor del alquiler) y distribución del producto entre las diferentes
sedes de la cadena de supermercados.
Tales descuentos –que en el caso de los quesos duros puede oscilar
entre el 20% y el 30% del precio mayorista– varían en función de cuán
apetecible sea el producto ofrecido (si es altamente valorado por los
clientes del supermercado); por el tiempo y lugar ocupado en la góndola
(arriba, en el medio, abajo, casi oculto); por la cantidad de bocas de
expendio dónde será distribuido (si puede venderse en todos los barrios o
sólo en algunos); entre otros factores. También depende de la habilidad
de negociación del encargado de comercialización de la empresa láctea.
Si bien no son pocos los que consideran que, en el caso de los
quesos, los descuentos y el margen aplicado por los supermercados son
muy elevados, lo cierto es que en las grandes urbes no existe por el
momento otro canal de distribución que pueda generar –por lejos– un
volumen de ventas tan alto como el que mueven los supermercados. Para
equiparar dicho volumen con las ventas generadas por otros componentes
de la demanda (negocios minoristas, restaurantes, pizzerías, etcétera)
se necesita una cantidad de tiempo y recursos que no todas las firmas
lácteas poseen.
Por otra parte, las cadenas de supermercados tienen pautas
publicitarias muy agresivas y una rotación constante de público en la
mayor parte de sus locales comerciales, lo que hace que estar en la
góndola –en un lugar visible, claro– sea equivalente a ocupar una suerte
de espacio publicitario (dado que, más allá de que no todos compren el
producto, todos los que pasen por la góndola sabrán de su existencia por
el sólo hecho de haberlo visto ahí).
En lo que va del mes de septiembre de este año se registraron ventas
externas de quesos duros (Reggianito, Parmesano, Sardo y Goya) por 606
toneladas a un valor promedio ponderado de 6,47 u$s/kg. En septiembre de
2012 se habían declarado 650 toneladas a 6,82 u$s/kg
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