Un fenómeno que impacta en las regiones extra pampeanas.
Un operador
agrícola con campos alquilados en diferentes regiones del país este año
le ofreció a la propietaria de establecimiento localizado en Charata
(Chaco) un acuerdo a porcentaje del 20% con una base mínima asegurable
de 2,50 qq/ha a pagar en tres cuotas: julio, diciembre y mayo sobre el
valor de la Soja Matba Mayo 2014.
La
propietaria, que el año pasado había cobrado un valor equivalente a 6,50
qq/ha de soja por ese mismo campo, indicó al operador que ese dinero no
le alcanza para vivir. El problema es que la propuesta del empresario
–a causa de la crisis de rentabilidad del negocio agrícola en campo
arrendado– no puede ser renegociada. Es eso o abandonar el campo.
En las últimas semanas este drama social se viene repitiendo en diferentes regiones extra pampeanas a partir de la retirada general de los inversores hacia las zonas agrícolas tradicionales.
Miles de
propietarios de campos, acostumbrados a vivir durante una década de los
ingresos generados por la renta agrícola, este año no podrán hacerlo. El
fenómeno tendrá un impacto económico desfavorable en muchas comunidades
del NEA, NOA y la región semiárida argentina.
La crisis de rentabilidad del negocio agrícola en campo alquilado –que afecta incluso a los grandes operadores del sector– se generó a partir del efecto combinado de precios de venta decrecientes con costos en constante aumento.
El valor esperado de la soja de la próxima campaña 2013/14 es actualmente de 294 u$s/tonelada. Un año atrás era de 308 u$s/tonelada.
La contrapartida de la baja de precios de los granos es una depreciación
sistemática del peso argentino (más conocida como inflación) que está
generando un aumento de costos difícil de predecir.
Por ejemplo: la
tarifa de referencia de un flete de 100 kilómetros, que en septiembre
de 2011 era de 68,6 $/tonelada, pasó en diciembre de 2012 a ser de 94,6
$/tonelada. Y en abril pasado volvió a subir para ubicarse en 101,7 $/tonelada. Lo más probable es que vuelvan a aumentar de manera sustancial antes de fin de año.
De esta manera, los costos
pesificados –gestión, siembra, cosecha y comercialización– hicieron
prácticamente inviable al negocio agrícola en campo arrendado en un
marco de alta presión impositiva vigente sobre el sector. La única
alternativa, entonces, es ajustar el valor de los alquileres. O
abandonar el negocio.
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