Los espinillos tienen capacidad de rebrotar, mientras que otras
especies -como la jarilla- lo hacen en menor medida; algunos tipos de
algarrobos, sólo los ejemplares más jóvenes.
Cada región tiene un régimen natural de incendios que en muchos casos, como en Córdoba, no se conoce con certeza.
Los últimos ocuridos en la provincia pusieron este tema de relieve.
Un grupo de investigadores del Instituto Multidisciplinario de
Biología Vegetal del Conicet-UNC, dirigido por la investigadora Sandra
Díaz, divulgó ayer una investigación sobre la ecología del fuego de
plantas del Bosque Chaqueño Occidental de Córdoba.
La información obtenida en este trabajo es un primer paso muy útil
porque permitió no sólo estimar cuán inflamable es cada especie sino
también si sobrevive, si brota nuevamente luego de un incendio y la
resistencia de sus semillas al paso del fuego.
“Las 34 especies que estudié pueden rebrotar después de un incendio
de baja o media intensidad, mientras que con un fuego muy intenso muchas
de ellas mueren. La mayoría de las semillas mostró tolerancia a
temperaturas moderadas de hasta 70°C”, comentó Pedro Jaureguiberry, uno
de los investigadores.
Asimismo, el estudio señala que, a grandes rasgos, podría decirse que
el índice obtenido para cada especie muestra tres niveles de
inflamabilidad, relacionados con el tipo de planta: baja -la mayoría de
los árboles-, media -arbustos y herbáceas latifoliadas- y alta -todas
las gramíneas-.
En algunas especies -como el espinillo-, la mayoría de los individuos
tiene la capacidad de rebrotar, mientras que otras especies, como la
jarilla, lo hacen en menor medida y en algunos tipos de algarrobos sólo
rebrotan los ejemplares más jóvenes, mientras que los más añejos, en
general, mueren. “No todas las plantas responden igual al fuego ni todos
los fuegos son iguales y aún no tenemos suficiente conocimiento
científico del cual partir para establecer una política que tenga en
cuenta este tipo de diferencias”, comenta Díaz. Es decir que, aunque la
mayoría de las especies tiene capacidad de rebrotar, el ecosistema no se
recupera en su totalidad.
Finalmente, a pesar de todo lo que se investiga relativo al fuego en
nuestro país, aún falta mucho por conocer respecto a éste como factor
ecológico y sus implicancias en los planes de manejo. “Pienso que los
trabajos científicos sobre el fuego son muy valiosos para adquirir
conocimientos indispensables para tomar medidas de manejo adecuadas,
especialmente desde el punto de vista de la eficiencia en el uso de los
recursos materiales y humanos”, concluye Jaureguiberry.
El estudio
Como parte del estudio fue necesario desarrollar un dispositivo
específico que permitiera medir la inflamablidad de diferentes especies,
así como un protocolo y un índice que no existían hasta el momento.
El resultado fue el desarrollo de una tecnología creada para una
investigación básica, que pone en funcionamiento la rueda de
retroalimentación entre ciencia y tecnología de una manera que
contradice el esquema de pensamiento clásico, según la cual es la
primera la que da lugar a la segunda y olvida, muchas veces, la
complejidad de los cruces y encuentros entre ambos dominios.
“La importancia de esta investigación radica en que, además de
avanzar en un campo estratégico, es una clara muestra de investigación
básica con desarrollo tecnológico, que responde a necesidades regionales
y, además, es replicable”, asegura Díaz.
Como parte de la investigación, se construyó un dispositivo parecido a
un asador portátil, que permite medir en el campo y de manera
estandarizada la inflamabilidad de plantas enteras o porciones de hasta
70 cm de longitud.
Este desarrollo constituye un punto medio entre los estudios de
laboratorio que se realizan con instrumentos costosos de alta precisión
que miden pequeñas partes separadas y no tienen en cuenta la estructura
de la planta, y otras investigaciones complejas que involucran el
ensamblaje de ‘comunidades’ de plantas. En éstas se colocan plantas
enteras en grandes túneles de fuego experimentales, donde son quemadas
mientras se registran diversos parámetros.
El aparato permite construir la “tasa de quemado”, que contempla la
distancia que se quemó desde donde comenzó el fuego hasta donde se
detuvo y el tiempo que duró encendida la planta. Además, mide la
temperatura máxima alcanzada. A esto se le añade una estimación visual
del porcentaje que se consumió y, a partir de la estandarización de esos
datos, se construye un índice para poder comparar las mediciones de
todas las especies.
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