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miércoles, 26 de junio de 2013

Suelos: cómo evitar que pierdan su riqueza

Mientras aumenta la superficie cultivada y la demanda mundial de alimentos, el desafío de maximizar la productividad sin degradar el recurso gana cada vez más importancia.

 El valor de una hectárea de suelo, en promedio, ronda los 15.000 dólares. Pero el valor de esa misma superficie, víctima de la erosión y el mal manejo, es de unos 8.000 dólares, es decir, prácticamente la mitad. Es que la brecha entre el potencial productivo y el rinde concreto no se origina por cuestiones fisiológicas: en gran parte, se debe a la pérdida de riqueza de los suelos.

Miguel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA, explicó que “la extracción de nutrientes como el azufre, calcio, magnesio y el nitrógeno no son compensadas y eso conduce a una degradación difícil de revertir”. Para revertir esa situación, consideró el especialista, “las mejores herramientas son las buenas prácticas”.

Desde un punto de vista ecológico, social y territorial, el INTA amplió el campo de investigación en suelos para incluir perspectivas de estudio relacionadas con estrategias de manejo y recuperación. “Desde la institución consideramos clave enfocarnos en el techo de superficie cultivable, pero sin perder de vista la sustentabilidad del ambiente”, aseguró Taboada.

En este contexto, el INTA y la Asociación Argentina de la Ciencia del Suelo organizan las Jornadas Argentinas de Conservación de Suelos, del 2 al 4 de julio, en el Salón Auditorio del Banco de la Nación Argentina, en la ciudad de Buenos Aires.

El encuentro invita a la reflexión, el debate y la construcción de soluciones viables que permitan avanzar en la conservación de los suelos, con disertaciones a cargo de expertos del país y del exterior en temas que van desde el manejo de carbono en rotaciones agrícolas hasta la legislación en torno a la erosión, pasando por huella hídrica, cambio climático y el efecto de la producción de biocombustibles en las propiedades del suelo, entre otros.

Taboada: “Desde la institución consideramos clave enfocarnos en el techo de superficie cultivable, pero sin perder de vista la sustentabilidad del ambiente”.

De acuerdo con Roberto Casas, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA, “nuestros suelos constituyen el pilar de la economía nacional y la base de una agricultura que motoriza el desarrollo regional y local y que nos proyecta al mundo en un rol cada vez más estratégico como productores de alimentos y energía”. Y advirtió que “las regiones áridas y semiáridas del país, que cubren el 75% de la Argentina, poseen ecosistemas frágiles proclives a la desertificación”.

En la misma línea, Taboada afirmó: “En las próximas décadas, el principal desafío global será incrementar la productividad agropecuaria para alimentar a una creciente población mundial, atendiendo a su vez a los crecientes problemas de degradación y contaminación de suelos, aguas y atmósfera”.

En la Argentina hay 25 millones de hectáreas de suelos salino-sódicos en áreas húmedas, sub húmedas y semiáridas. La expansión de la frontera agropecuaria es uno de los principales factores que afectan la estructura y el ecosistema.

Por caso, ya se alcanzó el 100% del área cultivable de la región pampeana, mientras que en el resto del país aumentó un 60%. A su vez, explicó Taboada, con el incremento del terreno destinado al cultivo en secano, las tierras con bosques disminuyeron un 18,4% y los pastizales naturales un 6,8%.

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