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jueves, 21 de marzo de 2013

Dulces y amargos Cómo nació Mate Santo, un nuevo concepto para la tradicional bebida

Tres emprendedores desarrollaron un sistema para que limpiar el mate sea más sencillo. Cómo surgió la idea, que requirió $ 100 mil de inversión.


Se lo puede tomar como otro invento del pop. Y no estaría mal. Era de noche y Víctor Filipich tocaba el piano. Apoyados, cincos mates con yerba fría y vieja aguardaban a ser limpiados. Quería seguir tocando y disfrutar un poco del agua caliente a través de la bombilla, pero pensar que tenía que limpiar los mates lo detenía. Allí se encendió su lamparita creativa y pensó: “¿Por qué no inventar un sistema para limpiar el mate de una manera más sencilla?”.
Llegó su hermano Damián Filipich –ingeniero de profesión- y lo ayudó a bocetar un primer diseño del producto que hoy en día es una realidad: Mate Santo, un mate de plástico rígido, fabricado en distintos colores y que permite sacar la yerba a través de un cómodo mecanismo. El mate posee un doble fondo que, al tirar de la bombilla, se levanta y trae consigo la yerba usada.

 El mecanismo. Paso por paso cómo funciona el sistema Mate Santo.

Los hermanos –oriundos de Bahía Blanca- se asociaron con Sandra Vitale, cuya familia posee en el sur de la provincia un negocio de monturas, mates y demás productos del rubro. Entre los tres, y con una inversión inicial de $100 mil (que ya recuperaron), desarrollaron la matriz que le dio vida a Mate Santo, cuyo nombre se explica a partir de su slogan: “Pedirle más sería un milagro”.
Y si bien empezaron el 30 de marzo de 2012, cuando se presentaron en Fisa, la feria de la producción, el trabajo, el comercio y los servicios que se realiza en Bahía Blanca, el mate ya puede encontrarse en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Río Negro, Corrientes, Neuquén, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Su paso por la feria bahiense comenzó de la peor manera. “Todos pasaban y nadie lo miraba, porque creían que era un mate común”, explica Víctor Filipich, quien aclara que “es un sistema de vaciado, más que de un mate”. Pero la suerte comenzó a cambiar: “El primer día vendimos 3, después 10 y así arrancamos”.
El siguiente salto fue llegar a la Ciudad de Buenos Aires y lograr que el producto tuviera un lugarcito entre los kioscos porteños. A los tres meses, y a través de un distribuidor, comenzaron a ubicar a Mate Santo. “En Buenos Aires existe lentitud para la aceptación, porque a los kiosqueros se les complica mostrar el producto por falta de tiempo. Pero la gente que una vez lo compró, vuelve. Es un producto nuevo que se diferencia del resto”, cuenta Filipich.
Cambio en la rutina
De los acordes pop de "Savoretti y los indescriptibles", la banda donde Víctor Filipich tocaba el piano o la guitarra, según surgiera la necesidad, al negocio de Mate Santo, hubo un salto que no esperaban. “Yo no estaba acostumbrado a hablar de cheques o distribución. Es como si un empresario fuera a la música”, compara Filipich y habla de los primeros errores del emprendimiento.
“Mi error fue querer controlar el precio. Tenemos varios locales y yo quería ubicar el precio a $ 90 final y ahora está a $ 120, $ 150. Esa fue mi lucha y la di por perdida. Ahora mi lucha pasa porque la gente sepa que está a muchos valores”, cuenta y suma otro error: “Otra cosa que me arrepiento es de no haber hecho local propio, pero lo digo con el diario del lunes”.
En cuanto al futuro de Mate Santo, la idea es renovar el diseño, para ganar variedad en el mercado. “Lo que sigue es hacer otra matriz con otro modelo, para mechar un poco cada pedido. Además, nuestra idea es jugar con el precio, hacerlo más barato”, proyecta Filipich, entre amargos y, por qué no, algunos dulces.




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